- Este experto es parte del equipo S50 de Forestal Antilemu, especialista en volteo de árboles.
En el fascinante mundo de la industria forestal chilena, existe una élite de trabajadores especializados que, equipados con habilidades únicas, son capaces de escalar y manejar los árboles más altos y antiguos.
Miguel Bustos Silva es uno de estos motosierristas expertos en altura, o «trepadores» como se les llama en el oficio. Que se desempeña en el equipo S50 de Forestal Antilemu. Con más de dos décadas dedicadas a esta arriesgada profesión, Bustos ha perfeccionado una especialización única en el corte de árboles a gran altura, especialmente aquellos que alcanzan hasta 70 metros de altura.
La vida laboral de Miguel Bustos comenzó cuando tenía apenas 22 años en Arauco. Proveniente de una familia también ligada a esta actividad, su padre había sido motosierrista en el sector y luego operador de maquinaria. «Desde joven, fui observando a mi padre y a otros en el oficio, y de a poco me fui metiendo en este mundo», recuerda Miguel.
No todo es el azar
Su primer contacto formal con el trabajo forestal fue en el raleo, una actividad que consistía en aclarar los bosques para facilitar su crecimiento. Más adelante, se adentró en el área de cosecha utilizando una máquina «skidder», una máquina que permite arrastrar los árboles talados.
Miguel no llegó a ser trepador por azar. La inspiración surgió cuando observó a uno de sus compañeros realizando trabajos en altura. «Lo vi subiendo y trabajando allá arriba. Esa imagen me marcó. Fue entonces cuando dije: ‘Yo también quiero aprender’», comenta con entusiasmo. Sin embargo, no fue una tarea sencilla, y al inicio, sus colegas no apostaban demasiado a que él lograría dominar la habilidad de trepar y talar desde las alturas. «Fui todo lo contrario a lo que pensaban. Trabajé duro y empecé a practicar junto a él», cuenta con orgullo.
Gracias a su perseverancia, Miguel se fue especializando en el trabajo en torres, una labor compleja y físicamente exigente, hasta convertirse en uno de los más experimentados trepadores de la región. Esta dedicación lo llevó incluso a participar en los torneos forestales de Expocorma, donde ganó varios premios, alcanzando destacados lugares entre sus pares.
El trabajo de un trepador forestal no es para cualquiera. Miguel explica que, para poder escalar y trabajar en árboles de gran altura, es fundamental contar con un buen estado físico y, sobre todo, no sufrir de vértigo. «La persona que sufre de vértigo no puede trabajar en esto. Desde que empecé, nunca he tenido problemas con la altura», asegura.
Los árboles más difíciles
Otro aspecto fundamental es el conocimiento de las diferentes especies de árboles. A lo largo de los años, Bustos ha aprendido a reconocer las características de cada tipo de árbol y las particularidades de su madera, lo cual es vital para garantizar un corte seguro. «Los álamos, sauces y eucaliptos son los más difíciles de trabajar. La razón está en la fibra del árbol, que es muy diferente a la del pino, que es más uniforme», explica.
Para Miguel, el trabajo en las alturas es una fuente constante de adrenalina. «Es entretenido para quienes realmente nos gusta. Sientes algo especial allá arriba. Es como si cada árbol que escalas te diera una experiencia única», comenta. Su amor por el trabajo ha sido un motor que lo impulsa a mejorar cada día, y aunque ha perdido la cuenta de cuántos árboles ha talado, su dedicación no ha disminuido.
En la actualidad, Miguel forma parte de la empresa Antilemu, en la que se desempeña como uno de los seis especialistas en trepado y corte de árboles a gran altura. Una de las facetas que más disfruta de su trabajo es la de formar a nuevos trepadores. Sin embargo, advierte que no todos los aspirantes tienen la disposición necesaria para aprender. «Me gusta que los muchachos observen, que vean lo que hago y que tengan ganas de aprender. Si no tienen interés, entonces no sirve de mucho enseñarles», comenta.
El trabajo forestal ha significado también un crecimiento personal para Miguel, permitiéndole mejorar su situación económica y proyectarse a futuro. «Este rubro me ha permitido una estabilidad y he podido pensar en el futuro, en lo que quiero lograr para mí y mi familia», afirma.