• El especialista lleva 3 años en Forestal Antilemu, donde desempeña una labor desafiante, pero llena de satisfacción.

En el complejo mundo del trabajo forestal, existen distintas áreas de especialización que requieren no solo fuerza y resistencia, sino también habilidades específicas y una formación técnica de alto nivel.

Uno de estos roles es el de motosierrista trepador, una labor que combina destreza física, conocimiento técnico y trabajo en equipo. Eric Torres Aguilera, quien se ha desempeñado en esta función durante tres años en Forestal Antilemu, comparte su experiencia y trayectoria en esta desafiante profesión.

Los primeros pasos en el mundo forestal

Erick comenzó su camino en el sector forestal en el área de plantación y fumigación en Rauco. Aunque no recuerda con exactitud el predio donde inició, sí rememora el gran esfuerzo físico que implicaba ese trabajo: «Era desgastante porque se caminaba mucho con bombas para fumigar y también para plantar. Es un trabajo sacrificado, como todo en el sector forestal».

Su evolución dentro de la industria lo llevó a trabajar en distintas empresas, donde se presentó la oportunidad de aprender el manejo de la motosierra. Fue ahí donde descubrió una nueva faceta de su oficio: la poda en altura. «Yo ya trepaba, así que fue una transición natural aprender la poda y el talado en altura», explica Erick.

El desafío de trabajar en las alturas

Trepar árboles para podar o talar ramas no es una tarea que cualquiera pueda realizar. Erick enfatiza que no se trata simplemente de subirse a un árbol y cortar: «Hay que tener un grado de preparación importante. No cualquiera puede hacerlo sin conocimientos previos». Con la capacitación y la experiencia acumulada, fue perfeccionando su técnica y hoy en día forma parte de un selecto grupo de trepadores dentro de la empresa forestal Antilemu, puntualmente en el team de faenas especiales S-30.

Para Erick, uno de los aspectos más atractivos de su trabajo es la adrenalina que implica. «Es una labor extrema, pero también tiene una gran satisfacción personal, ya que el trabajo técnico implica ir en ayuda del resto de la sociedad, sobre todo cuando se eliminan peligros inminentes, como árboles que amenazan con caer sobre líneas de alta tensión, establecimientos educacionales o viviendas particulares».

Los riesgos del oficio

El trabajo de un trepador forestal conlleva múltiples riesgos, y Eric es consciente de ello. «El manejo de la motosierra en altura es una de las partes más peligrosas. Cualquier error puede tener consecuencias fatales. No es como estar en el suelo, donde puedes escapar o reaccionar más rápido. Arriba es distinto», comenta.

Para minimizar estos riesgos, el trabajo en equipo es fundamental. La comunicación entre los miembros del grupo es clave para garantizar la seguridad de todos. «Siempre estamos atentos, dándonos avisos, coordinándonos para que todo salga bien», destaca.

Una pasión forestal

A pesar de su pasión por la labor que realiza, Eric es consciente de que el trabajo en el bosque es duro y sacrificado. Cuando se le pregunta si recomendaría este oficio a las nuevas generaciones, responde con cautela: «Hoy en día, la gente joven no quiere trabajar en el bosque. Sin embargo, con esta labor he podido educar a mis hijos y sacar adelante a mi familia”.

También reconoce el valor de la profesión, sobre todo en su impacto positivo en la comunidad. «Cuando sacamos un árbol que está a punto de caer sobre una casa o una escuela, sentimos que estamos haciendo algo importante. Es un trabajo riesgoso, pero tiene su lado bonito».

A pesar de los desafíos y los riesgos, Erick sigue desempeñando su labor con dedicación y compromiso, aportando su conocimiento y experiencia en cada intervención. Su historia es un testimonio de la fortaleza, la habilidad y el esfuerzo que requiere el trabajo especializado o en altura.